Llegué al mundo como un silencio basto, vacío, sin límites, puro y virgen. Después me etiquetaron con un nombre y en base a ese nombre, crearon una habilidosa máquina configurada a base de condicionamientos y limitaciones mentales. Desde entonces, mi cerebro segrega una media de 60.000 pensamientos diarios, de los cuales el 90% son negativos, repetitivos y pertenecen al pasado. Un diálogo interno que no cesa, y en ese ir y venir de una palabra a otra, hay un vacío silencioso muy poderoso que puedo percibir por segundos hasta que el siguiente pensamiento llega. Las palabras son figuras abstractas, el silencio es el fondo. Las palabras van y vienen, el silencio es permanente. Ese vacío silencioso que dura unos pocos segundos, es mi conciencia y siempre ha estado ahí, mi naturaleza real. ...