<< Hierro, lo que la mujer necesita, es hierro>>.
Es el título de un post sobre fitness que leí hace tiempo. Y ciertamente, creo que tiene razón.
Vamos a dejar la cosas claras, no es lo mismo ser hembra que ser mujer, hembra se nace, mujer se hace. Para hacerse mujer, hay que pasar por un verdadero proceso de transformación. Es una alquimia, un proyecto de crecimiento personal, arduo y doloroso. Hacerse mujer en un mundo de hombres, es un acto de valentía.
Para ser mujer, hay que tener un despertar, un proceso espiritual que te impulsa a la introspección, a tener el valor de bajar las escaleras al sótano del inconsciente, a sabiendas de lo horrorizada que vas a quedar al encender la luz. Es esa necesidad por saber quién eres, aceptar todo aquello que no puedes cambiar y superarte en aquello que sí puedes. Porque la vida, tiene sus planes para ti, y tiene sentido cuando sabes que has venido aquí a crecer y evolucionar. Aunque eso implique dejarte muchas personas en el camino.
No, no romanticemos, un proceso espiritual no es agradable. Es el trauma de tener que desaprender todo lo aprendido, el proceso de destrucción y el desmoronamiento de todo lo que no eres. Es darle a reset.
Una hembra, sólo se la puede considerar mujer cuando actúa desde su libertad de ser quien quiere ser como mujer, y no como hembra encasillada en una identidad única y ficticia creada por el sistema. No, no todas las hembras son mujeres, ni todas las mujeres son hembras. Una hembra, es reaccionaria y se autoproclama feminista. En cambio una mujer, es rebelde, por supervivencia. No, mujer, no es fácil serlo. Mujer, sólo es fácil parecerlo.
Hierro, lo que la mujer necesita, es hierro. No porque el canon de belleza esté cambiando, y ahora la mujer empoderada (ojo, cuando hablamos de empoderamiento, hablamos de dimensión mental, no física) y fuerte del fitness es lo que vende, sino por supervivencia.
En la naturaleza, los animales independientemente de su sexo, pelean entre sí por la supervivencia. No te auto engañes, puede ser que tú no vivas en estado silvestre en la naturaleza, vives en la civilización, sí. Pero a ti, la justicia no te ampara, en absoluto. Cuando se trata de tu supervivencia, estás igual de sola y vulnerable que cualquier especie animal en la naturaleza salvaje.
La psicología de la mujer, ha sido corrompida por el hombre haciéndole creer cosas que no son ciertas, te soltarán el clásico cliché, como que tu cuerpo ya no es femenino o dicho en otras palabras: tu musculatura, impone, ya no eres presa fácil. No hermana, tú no estás masculinizada, son ellos los que están atrofiados. Tu cuerpo, está acorde a como si viviese en estado salvaje. Es decir, en forma. Porque en la naturaleza, o estás en forma o estás muerto y en la civilización, también.
Hay una notable diferencia fisiológica del hombre con respecto a la mujer que han explotado de una manera muy fea durante siglos. Y la única manera de que haya sido así, es porque el hombre es más poderoso muscularmente. Lo cual, estamos hablando de una razón puramente animal. Siguiendo esta lógica aplastante (nunca mejor dicho) , quiere decir que si el poder muscular va a determinar la superioridad entre individuos, cualquier animal más musculoso que el hombre, es superior a éste.
Solamente la mujer, sabe cuántas heridas ha estado llevando, cuánta esclavitud física, psicológica y espiritual ha sufrido y continúa sufriendo. El hombre, ha privado a la mujer de educación, de independencia económica, de movilidad social. La ha convertido en una esclava de él, en una ciudadana de segunda categoría. Ningún hombre, sabe lo profundo que puede entrar en ella el dolor y destruir su dignidad, su orgullo y su humanidad. Pero sin duda alguna, el insulto más denigrante de todos ha sido el de ser considerada un ser sin alma.
El hombre, tiene miedo, tiene miedo porque en lo más profundo de su ser; sabe que ella es más que él. La mujer, es mamífera y fiera, dadora de vida. En cambio, él, sólo la engendra. Él es inferior en este aspecto, la naturaleza no lo ha elegido para garantizar la perpetuación de la especie. Y es esta inferioridad, la que ha jugado un gran papel en el dominio de las mujeres por el hombre.
El hombre, ha creado esta sociedad para hombres, y en esta sociedad no hay cabida para las mujeres.
<<Mujer, acepta la esclavitud a la que te somete el hombre, acepta la tortura a la que te somete el hombre>>.
No, la mujer no necesita aceptación, la mujer necesita rebelión, necesita hierro.
La mujer, tiene que tener espíritu rebelde y si no lo tiene, no está despierta. Tiene que rebelarse contra todo sufrimiento impuesto por cualquiera, independientemente de que sea hombre o mujer. Me da igual que sea su padre, su madre, sus profesores, su jefe, su entrenador; el gobierno o el sistema.
La mujer, sabe que hay dolores que son naturales, esos, tiene que limitarse a observarlos con serenidad; ser testigo de ellos sin juzgarlos porque son medicina amarga para el alma. Y luego, están ellos, que le imponen dolor, no para curarla; sino para destruirla. Porque cuanto más destruida esté, más fácil es dominarla. Contra esos, tiene que rebelarse, porque si la mujer no es libre para ser mujer, el hombre jamás será libre para ser hombre.
Esto es así, es ley universal, si esclavizas a alguien, al final el que acaba esclavizado eres tú. Para permanecer libre hay que dar libertad a los demás; esa es la única manera de ser libres.
Pero hay una esclavitud, que es la más dura de todas para ella, y es esa esclavitud auto impuesta por ella misma. El sufrimiento por los celos, las envidias, las rivalidades, su avaricia, su vanidad. Todos ellos, los elige ella misma y en ese despertar espiritual es cuando se da cuenta, que tiene que soltarlos. Y quizás cuando los demás la observen, que está cambiado, que se está deshaciendo de todo lo que le impide evolucionar. Es entonces, quizás entonces, cuando los demás comprendan, ¿por qué sufrir innecesariamente?.
No hay necesidad de que el hombre se sienta inferior a la mujer. Esa creencia viene porque se piensa en el hombre y la mujer como dos especies distintas. Ambos pertenecen a una misma especie, son humanos, mamíferos, con necesidades emocionales. Ambos se necesitan mutuamente, el hombre y la mujer son polos opuestos. Por eso el conflicto siempre será natural entre ellos. Pero es precisamente esta polaridad opuesta como la electricidad (- +) por lo que se atraen magnéticamente. Y en el supuesto que los dos tuvieran la misma psicología y sus diferencias desaparecieran, la atracción y el amor también desaparecerían, porque ya no existiría polaridad.
Ambos deberían cooperar mutuamente codo con codo, y ayudar al otro a que se libere de la mente. No hay problema que no pueda resolverse mediante la compasión, mirando el mundo del otro y tratando de adoptar una actitud favorable hacia el otro.
La mujer, por naturaleza, es más compasiva, más dulce, más sensible. A ella la sociedad no la ha reprimido emocionalmente, porque no ha sido considerada apta para desempeñar cargos importantes; no hay necesidad de convertirla en un ser frío e insensible. Y esto, ha resultado ser una bendición enmascarada, porque ha tenido el privilegio de permitírsele seguir siendo mamífera y humana.
La mujer, ha sufrido mucho por el hombre durante siglos, pero es precisamente por este sufrimiento que se ha vuelto más sensible a las sutilezas de la alegría, el sufrimiento, el dolor, el placer. Es esa sensibilidad, lo que le da la cualidad de ser religiosa.
Ella tiene esa sensibilidad para rejuvenecer al hombre, ayudándole a sanar. Tiene ese don, porque ha nacido con más facilidad para el amor. Tiene que ser así, porque ella no destruye vidas, las crea. Para ella, el amor es algo más misterioso, más complejo y elevado. Es una experiencia espiritual. El ego, te lo puede alborotar cualquier hembra reaccionaria. La mujer rebelde que te ame, te va a despertar, te va a propulsar a que alcances lo inalcanzable; va a elevar tu nivel de conciencia. Te va a liberar. Y ella no te pide nada a cambio, sólo quiere tu amor, porque es su derecho básico; por nacimiento.
Patricia Gara 19/11/2021
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