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Psicología de la motivación en la actividad físico-deportiva II

 

En los capítulos 33, 34 y 35 de la serie de animación << Campeones hacia el mundial>>, la continuación de la mítica serie <<Campeones: Oliver y Benji>> (actualmente disponible en Atresplayer), se emite el enfrentamiento de dos equipos en la Copa De Río. Oliver Atom, el personaje principal de la serie es una promesa joven del fútbol, tiene un talento innato (autodeterminación) desde pequeño ya jugaba y tiene claro cuál es su pasión. Además ha crecido en una familia y un círculo de amigos que lo han apoyado incondicionalmente en su causa. Las circunstancias favorables de Oliver Atom han hecho que desde su infancia su motivación intrínseca se mantenga firme. Su principal respaldo emocional y mentor es Roberto Sedinho, exfutbolista de élite, delantero centro del equipo brasileño de fútbol. Cuando Roberto conoce a Oliver se encuentra en un mal momento de su vida. Durante un partido en un intento fallido por alcanzar el balón choca lateralmente de cabeza con otro jugador, el traumatismo le causa un desprendimiento de retina y el daño es irreversible; así es como los tiempos dorados del fútbol profesional se terminan para Roberto Sedinho y tiene que retirarse. Después de este infortunio, cae sumido en una depresión y se refugia en la bebida para lidiar con su dolor (caso evidente de desmotivación o amotivación, el deportista ya no valora la actividad y no hay intención de llevarla a cabo). Sin embargo para Roberto sus días de fútbol no han acabado, todavía está por demostrar otra faceta desconocida como profesional.

Oliver es apenas un preadolescente cuando Roberto se fija en él, la garra como deportista del joven no pasa desapercibida para el exfutbolista y encuentra en Oliver su causa.  Roberto Sedinho ya no podrá volver al fútbol profesional, pero ahora tiene un propósito y es entrenar a Oliver para convertirlo en el mejor jugador profesional de todos los tiempos. (Motivación intrínseca hacia la ejecución o logro: el deportista se compromete en la actividad por la satisfacción que siente al crear algo nuevo, dominar una tarea y adquirir maestría, pasamos directamente de la desmotivación a la motivación intrínseca).

En la final de la Copa de Río, Oliver juega el séptimo partido con los FC Brancos en el estadio del CF Domingo, allí se enfrenta contra el número 10, Carlos Santana, conocido como “el hijo del Dios del fútbol”.

Carlos Santana, es frío y maquiavélico. Tiene un pasado turbio, a los pocos días de nacer es abandonado en el campo del Barla FC, un matrimonio anciano lo adopta y Santana se cría siendo un niño feliz que ama el fútbol (autodeterminación, motivación intrínseca). Sin embargo, su vida da un giro inesperado y sus abuelos adoptivos mueren, quedándose de nuevo sólo en el mundo.

El Sr. Barla un empresario codicioso, se aprovecha del estado de vulnerabilidad de Santana y lo intenta persuadir diciéndole que lo adoptará y lo convertirá en futbolista profesional romantizándolo bajo la etiqueta “Cyborg del fútbol”. Santana no tiene más remedio que aceptar la oferta y desde ese momento queda bajo su tutela pero, las intenciones del Sr Barla no son proteger al niño sino ganar mucho dinero explotándolo. La vida de Santana se convierte en un infierno sufre abuso físico y psicológico, es sometido a durísimos entrenamientos, se le priva de educación académica, lo obligan a dormir en un sótano y no le dejan estar con sus amigos y compañeros del fútbol. El objetivo del Sr. Barla es crear un atleta virtuoso, habilidoso, sin emociones y sin pasado. Sin embargo, el lastre de Santana es precisamente ese, que sigue viviendo en el pasado.

Volviendo a la final de la Copa De Río antes de dar inicio al partido, Oliver se fija que Santana ni se mueve ni lo mira, sólo mira fijamente la pelota, esto le inquieta, aun así, a los pocos minutos marca el primer gol de chilena siendo así como los CF Brancos estrenan el marcador. Un periodista le pregunta a Oliver qué piensa sobre sí mismo ante el hecho de manejar con suma habilidad la pelota como si fuera su subordinada a lo que éste les contesta: <<la pelota no es mi subordinada es como mi mejor amiga>>. Esta frase no pasa desapercibida para Santana y le crea cierta añoranza e irritabilidad, pues le recuerda a una época feliz de su vida en que también pensaba así.

Santana entra en acción y ataca, sortea a Oliver le hace un sombrero focaliza su tiro buscando el hueco en la portería y marca también de chilena, empatando el marcador.

 Es fuerte, veloz y efectivo, pero juega sólo, se muestra indiferente cuando le marcan a su equipo, no celebra los goles; ni tampoco responde a los periodistas. Carlos Santana ni siente ni padece es la suma expresión de un “adiestramiento perruno” durante años. Oliver que tiene inteligencia emocional y es muy observador se da cuenta de las debilidades de Santana, éste carece de motivación intrínseca, es muy competitivo y además no es nada competente.

El tiempo de la primera parte se está acabando, a Oliver y a su equipo no le queda mucho tiempo para desempatar, es consciente de que tiene que controlar sus nervios, pero ahora juega con una ventaja, Santana puede derrotarle, pero nunca podrá derrotar él sólo a su equipo entero.

Oliver se viene arriba y en el último minuto antes de acabar la primera parte consigue desempatar con un tiro dinámico volante. El periodista vuelve a entrevistarle durante el descanso y le pregunta si tiene algún significado especial las tres pulseras que lleva puestas. A lo que él responde que cada una de ellas corresponde a un deseo, el primero es jugar toda la temporada sin lesionarse, el segundo que CF Brancos ganen el campeonato de Brasil y el tercero es que Japón (país natal de Oliver) gane el próximo partido de la copa internacional de selecciones nacionales. Santana está escuchando la entrevista mientras se dirige al vestuario y tres palabras en la declaración de Oliver quedan clavadas en su mente: deseos, esperanzas y sueños.

En el vestuario del CF Domingos el entrenador les echa la reprimenda a los jugadores porque CF Brancos va ganando gracias a Oliver. Carlos Santana permanece en silencio pensativo sentado en el banquillo, se manifiesta y dice: << Dadme a mí la pelota. No importa la edad ni de qué país venga, ni qué deseos o esperanzas tenga. Los fuertes ganan. Así es el fútbol. Si queréis ganar dadme a mí la pelota>>.

Santana no está bien, no confía en la competencia de sus compañeros, no disfruta jugando al fútbol y además la emocionalidad que trasmite Oliver le crea incomodidad porque lo percibe como algo desconocido y signo de debilidad.

Sin embargo, cuando sale de nuevo al campo antes de darse inicio la segunda parte, podemos ver a un Santana dubitativo que empieza a cuestionarse a sí mismo: << ¿soy el hijo del Dios del fútbol?. No soy ningún hijo del Dios del fútbol. Soy el Cyborg del fútbol.>>  

Vale, en este autocuestionamiento podemos apreciar cómo Santana ha perdido su identidad real, para poder volver a disfrutar del fútbol tiene que aprovechar el presente al máximo, pero no puede sacarle el máximo partido al presente porque aún sigue condicionado por su pasado.

La cruda realidad que diferencia a Oliver de Santana es que mientras que el primero creció viviendo el fútbol, éste último lo hizo sobreviviendo. Oliver ha crecido con un concepto sano de deportividad, su motivación intrínseca, su competencia y su competitividad se deben a su amor por el fútbol. En cambio, a Santana a lo largo de los tres capítulos se le atribuyen “sesgos cognitivos” (patrones erróneos de pensamientos) que tergiversan su realidad como: << juega al fútbol por voluntad de Dios>>, << el fútbol es don divino>>, << es talentoso por un don que le ha dado Dios>>.  Todas estas afirmaciones sólo refuerzan en él una motivación extrínseca de regulación externa: El deportista entrena sólo para conseguir algo positivo o evitar algo negativo (ganar o ser castigado por perder). Santana justifica su talento innato a una deidad superior, cuando en realidad es su obligación responsabilizarse de su talento al fútbol él y solamente él.

 Este partido está significando una oportunidad para su crecimiento personal, sin embargo, Santana sigue con la mente cerrada y para él la única misión de este partido no es ganar a los CF Brancos sino ganarle a Oliver pues éste le hace ver que en lo más profundo de su ser odia el fútbol.

En un momento dado de la segunda parte, Santana marca el cuarto gol a favor del CF Domingo, los CF Brancos van perdiendo. Oliver al ver que no celebra el gol y pasa indiferente por su lado le dice: << yo tendré que enseñarte la alegría del fútbol>>.

Esto toca la fibra sensible de Santana y le hace conectar con su carencia, a lo que de inmediato le responde: << entonces yo te enseñaré lo que puede hacer el Dios del fútbol>>. Y le dispara tan fuerte con la pelota que lo reduce al suelo.

El sentimiento de inferioridad, acomplejamiento y la ira que le ha creado Oliver se exterioriza en la peor de sus facetas. Santana lo observa desafiante de pie pensando: << Oliver Dios no hará tu deseo realidad, Dios te lo quitará todo>>, << Yo aplastaré tus estúpidos sueños, te aplastaré Oliver, te defenestraré, querido tonto>>.  Le lanza un segundo pelotazo hacia su brazo y le destroza sus pulseras.

En realidad, Santana lo que está haciendo es proyectar sobre Oliver cómo se siente, traicionado y abandonado por Dios. 

Aquí se puede identificar cómo la herida de Santana se manifiesta, cuando Oliver lo provoca buscando un atisbo de emocionalidad, la reacción es desproporcionada como la tristeza e ira de un niño que acaba de perder a sus abuelos. Santana fue víctima de una serie de acontecimientos traumáticos en una época de su vida que era muy vulnerable y eso es justificable. Pero su resistencia a dejar de echar la culpa de su desgracia a Dios y al resto de la mortalidad no le permite darse cuenta como adulto que ya no es una víctima de las circunstancias, tiene la libertad y el poder para decidir que su pasado no defina su presente y así volver a recuperar su motivación intrínseca para seguir evolucionando como deportista.

Oliver se levanta del suelo con resiliencia y ante lo ocurrido responde a Santana: << has destrozado mis pulseras, pero jamás podrás destrozar mis sueños>>.

El partido continúa y finalmente, Oliver marca el gol de la victoria gracias a la ayuda de sus compañeros, el resultado es 4-5. Santana ante la derrota se retira abatido y reflexivo al vestuario, le sigue Leo sin que se dé cuenta, su único y mejor amigo desde los siete años cuando estaban en infantiles del Barla CF, éste entra y le reconoce a Santana que Oliver es muy buen jugador y no se rinde nunca. Santana permanece sentado de espaldas en silencio durante unos segundos y finalmente responde: << Leo, derrotaré a Oliver la próxima vez, tú me ayudarás, tendrás que ayudarme>>. Leo sonríe en silencio y se le saltan las lágrimas al oír esto, su amigo ha elevado su nivel de conciencia, ha recuperado el sentido de compañerismo y ha comprendido que nunca estuvo sólo.

El capítulo finaliza con el último partido de la liga de la temporada de los CF Brancos contra CF Domingo, pero esta vez vemos a un Santana más crecido y hecho a sí mismo, en otro estado mental más elevado e intrínsecamente motivado por el fútbol.

Hay que tener en cuenta, que esto es una situación ficticia y si se tratara de un hecho real un partido de fútbol no podría solucionar las secuelas psicológicas de un caso negligente como el que sufrió Santana, pero sí que puede ser un estímulo a un cambio de actitud para empezar un proceso psicológico hacia la sanación.

Sea como sea, nos encontramos ante una serie de animación que analizándola detenidamente tiene muchísimo trasfondo psicológico, que con sus valores se convirtió en un hito de nuestra infancia y que a día de hoy todavía sigue condicionándonos como adultos intrínsecamente motivados amantes del deporte como estilo de vida. En conclusión, ¿Oliver Atom era un campeón y por eso era un buen deportista?, no. Oliver Atom era un buen deportista y por eso era un campeón.

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